Desde su estadía en Shanghai, una entrevista con Paz Levinson

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Desde principios de enero la prestigiosa sommelier argentina Paz Levinson recorre China, quizás atraída por un mercado que ya hace tiempo pareciera haberse declarado “en la mira” de bodegas de todo el mundo, o tal vez con el afán de conocer como los chinos experimentan desde hace tiempo la elaboración de sus propios vinos, a los cuales por cierto, expertos de renombre, los han catalogado como “de excelencia”.

En realidad, no lo sabemos. Paz estudia, indaga y avanza apasionada sobre nuevas experiencias que no solo le permiten degustar, sino ir y estar, en definitiva…vivir.

Escritora, columnista para revistas especializadas, profesora en CAVE (Centro Argentino de Vinos y espirituosas) y asesora en cuanto a vinos en diferentes restaurantes bonaerenses, no solo es una aficionada en materia de vinos, sino una experta.

En el 2010 obtuvo el primer puesto en el concurso nacional a la mejor sommelier del año y en el 2012 clasificó en la Torneo de las Américas, en Bento Goncalves, Brasil, tras lo cual representará a la Argentina en el mundial de Japón a fines de marzo de este año.

En una entrevista exclusiva, nos cuenta parte de su experiencia desde la magnífica Shanghai.

 

¿Qué te llevó a China?

El mercado chino es muy interesante. Como sommelier siempre tuve ganas de visitar este país, en especial Hong Kong, pero después de investigar un poco sobre los vinos que hay acá,elegí como primer destino Shanghai. También pude recorrer algo de Beijing. Son ciudades muy grandes, pero activas. Respecto a vinos importados… son “la novedad”.

¿Son muy tradicionalistas, que tan complejo es que se animen a lo nuevo?

Son tradicionalistas, pero hay algunas ciudades donde la gente es más abierta, por ejemplo Shanghai, donde además habita una comunidad muy grande de franceses, a quienes les atraen algunas costumbres de la cultura occidental, por ejemplo el tomar y aprender de vinos.

Si bien son bastante tradicionalistas están abiertos a lo nuevo, quieren aprender. Aclaro que ellos elaboran vinos que por cierto son muy buenos pero lo que deben inculcar más es el tomar esta bebida.

¿Son exigentes a la hora de seleccionar un vino?

Si, el estrato social que está solicitándolos, sobre todo en restaurantes, escoge las bodegas de prestigio, muchas de ellas francesas, las más exclusivas. En esta adaptación y aceptación de los productos la marca, su historia y ubicación son muy importantes. Por otro lado, lo estético tiene mucha fuerza a la hora de la selección que realizan, atentos a las etiquetas, a el packashing.

¿Viste marcas argentinas?

Sí, hay un montón. Estoy trabajando en un restaurante francés-argentino y la selección más grande para la carta son justamente de bodegas de nuestro país. Estuve trabajando mucho en esa carta e intenté por supuesto reafirmar todo ese protagonismo.

Por su parte, en góndolas de supermercado también hay muchas etiquetas argentinas, no obstante, aunque la movida se vea activa y figuremos en muchos mercados, aún quedan por venir muchísimas.

¿Qué les gusta tomar a los chinos?

Así como nosotros tomamos mate en Argentina, ellos toman mucho té, incluso recargan varias veces su tacita en un lapso corto de tiempo.

Por otra parte, les gustan mucho las cervezas y los vinos de cereales. Y si se les ofrece un vino de uva se inclinan por los tintos.

¿Cómo te llevas con el idioma?

Estoy aprendiendo de a poquito. La comunidad de extranjeros acá en Shanghai es muy grande y en el restaurante donde estoy trabajando la mayoría de los empleados hablan inglés, lo cual les atrae mucho a los chinos, ellos quieren aprenderlo, ya que les permitiría salir al mundo sin tantos obstáculos.

Tengo la suerte y satisfacción de trabajar en este lugar, donde la carta está diseñada por el chef argentino Mauro Colagreco, propietario del restaurante francés Mirazur con dos estrellas Michelin. Todo esto es muy alentador, de todas formas estoy estudiando mucho.

¿Qué te pareció la gastronomía?

La comida es todo un tema. Es impresionante lo bien que se puede comer en muchos lugares, hay de todo. El cliente chino es muy exigente, sobre todo el que va a gastar poco.

La mayoría de los restaurantes son de buen nivel e incluyen en la carta varias recetas clásicas. La verdad, el consumo del servicio gastronómico, de lo que nosotros llamamos “salir a comer”, es muy alto.

Por otro lado, estoy asombrada del tiempo que le dedican a comer. Nosotros lo hacemos tan rápido que en ocasiones ni quiera disfrutamos. Por mi parte trato de probar de todo, aunque todavía no pude la carne de serpiente. Hay cosas que me atraen más que otras.

¿Vas a ir este año al mundial de sommeliers en Japón?

Si, voy a representar a la Argentina. El año pasado clasifique en el Torneo de las Américas para poder participar. El mundial comenzará el 27 de marzo y serán tres días consecutivos de competencias y evaluaciones. Si bien es muy exigente será mi primera experiencia, habrá más de 50 competidores, uno por cada país, y entre ellos hay participantes que concursan desde hace años.

Me estoy preparando todo lo que puedo aunque mi principal anhelo es controlar los nervios y “vivir la experiencia”.

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