Atamisque, vinos mendocinos de altura

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Mendoza es la provincia donde se elabora más del 70 por ciento de los vinos argentinos de alta gama. Reúne una gran cantidad de bodegas donde se envasan más de tres mil etiquetas diferentes. Constituye una región propicia para los inversores, en particular los que apuestan a lograr buenos tintos, blancos y espumantes.

Tal es el caso de John Du Monceau y su esposa Chantal, quienes adquirieron junto a otros inversores franceses una viña en la zona alta de Valle de Uco, a 1.300 metros sobre el nivel del mar, donde crecen los viñedos más elevados de Mendoza.

Jean Edouard de Rochebouet, uno de los referentes de la empresa, quien previamente trabajó durante 15 años en Chandon, visitó Bariloche y ofreció una degustación de los productos Atamisque, en el luminoso restaurante de Richard Oyarzún, el Club Náutico.

Atamisque es un arbusto de origen autóctono de 2 a 3 metros de altura que crece espontáneamente en los alrededores de la bodega y dio origen al nombre de la estancia donde hoy se emplaza el emprendimiento productivo. Además de la bodega el predio tiene cancha de golf, criadero de truchas y un lodge con restaurante y alojamiento, los cuales promueven asimismo el enoturismo.

Los vinos de Atamisque llevan nombre de árboles y además de la línea homónima están los Catalpa y Serbal, en cada caso con tintos y blancos y algún rosado. Su portfolio también tiene 4 variedades de espumantes. Además del Malbec envasan Chardonnay, Sauvignon Blanc, Viognier, Pinot Noir, Merlot, Cabernet Sauvignon, Petit Verdot y Cabernet Franc; cepas que exaltan sus cualidades cuando se cultivan en la zona del Valle de Uco. Su primera cosecha data del 2007.

La bodega mendocina envasa veinte variedades de vinos, cinco de los cuales fueron descorchados en el restaurante de Oyarzún. Para cada uno, el cocinero local elaboró un maridaje especial, finalizando la degustación con una fondue de queso, servida en un pan de campo, con variedad de saladitos para pinchar y degustar.

La reunión comenzó con el espumante elaborado bajo el método tradicional, champagnoise, unánimemente ponderado por los asistentes, que predispuso a todos para distenderse y disfrutar en forma amena de la reunión. Jean, quien estuvo acompañado por el distribuidor local, Juan Tato, explicó que en Argentina hay unas 1.200 hectáreas cultivadas con Pinot Noir, la mayoría del cual se utiliza para los espumantes. No obstante estimó que también se pueden lograr muy buenos tintos y reconoció haber degustado el que elabora la bodega rionegrina Chacra, que ponderó.

En segundo término se sirvió el Sauvignon Blanc, cosecha 2013, sin paso por madera. Esta cepa, la segunda blanca más envasada en Argentina, denotó un claro estilo francés. Fue acompañada por un canapé de queso.

El Pinot Noir Catalpa logró 90 puntos Parker. Jean reconoció que aspiran que esta cepa sea referente de la bodega y que esté a la altura de los mejores Pinot que se producen en el país. Se elabora con uvas plantadas en Tupungato, a 1.300 metros de altitud. Todas las uvas se recolectan a mano y el riego es por goteo. La fermentación del Pinot Noir se realiza en tanques de acero inoxidable y el 50 por ciento del vino permanece 12 meses en barricas de roble. Luego se estiba 6 meses en botella. El potencial de guarda es de 8 años. Tiene el color característico de la cepa, rojo rubí brillante y en boca se destacan sus taninos. Richard maridó esta cepa con mejillones rebozados.

El Malbec Serbal tiene un color rojo con nítidos reflejos violáceos y aroma a frutos rojos. Tampoco pasó por madera pero igual logró 89 puntos Parker en su categoría. En vinotecas tiene un valor de 90 pesos. Malbec es la cepa insignia de Argentina donde se produce 6 veces más Malbec que en su país de origen, Francia.

También se probó el Merlot Catalpa, que proviene de viñas con 30 años de antigüedad, de un predio de 8 hectáreas, plantados por anteriores propietarios del predio.

Finalmente, llegó el turno de servir el Atamisque Malbec, elaborado con uvas de esta cepa, provenientes de viñedos con cerca de cien años. Parker otorgó 93 puntos a este vino. La cosecha 2011, degustada, fue embotellada en diciembre de 2013. Previamente el vino estuvo 14 meses en barricas nuevas de roble francés y la fermentación y maceración se realizaron en tanques de acero inoxidable a temperatura controlada y pisado manual. La bodega busca colocar este vino en China, actualmente el mercado más buscado por los bodegueros de todo el mundo. Sin dudas un vino intenso y elegante, de un color rojo oscuro brillante, con intensos reflejos violetas. El vino fue acompañado por unos deliciosos canapés de ojo de bife con salsa criolla, sobre tortilla de papa. La combinación, con vista al lago, fue inmejorable.

Jean es un vendedor nato y acompaña sus sólidos conocimientos sobre los vinos y  los negocios con un buen marketing. Opina que “el Malbec argentino tiene mucho por recorrer en el mundo y mercados por conquistar”. A su criterio, se deben lograr “vinos con la calidad francesa y el marketing norteamericano”. El 50 % de las exportaciones de vinos argentinos corresponde al Malbec, pese a lo cual hay mercados que apenas lo conocen, por ejemplo China.

Atamisque exporta el 80 por ciento de su producción. Jean opina que el margen de la rentabilidad bajó, producto del dólar bajo, pero que en los vinos de alta gama aun continua siendo rentable mandar vinos al exterior.

La bodega está abierta a los visitantes y es un lugar que vale la pena visitar. También tiene un buen restaurante, “Rincón Atamisque”, a cargo de la cocinera Patricia Torres, de tan solo 23 años. Propone una fusión entre “lo gourmet y lo criollo” con una asombrosa variedad de recetas basadas en la trucha, que se pesca en el criadero de la finca. Las truchas son siempre frescas, ya que se sacan todos los días.

La carta cuenta además con platos de carne y pastas caseras Medalla de plata en gastronomía en Best Of 2012, Great Wine Capitals.

El alojamiento tiene lugar en pequeñas residencias. Cada casita tiene su ambientación y estilo. Los interiores son amplios e integrados, con dormitorio, estar y chimenea, que se prolonga hasta el exterior bajo una pérgola con jacuzzi atemperado con vista a la Cordillera. Los baños son amplios y luminosos; para disfrutar del relax tienen una bañera junto a un pequeño patio interior. El lounge, o bar de vino, es el lugar de reunión con sus sillones junto al fuego, su sombreada pérgola, la sala de cartas y la vecina cancha de bochas.

 

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