Il Gabbiano fue mexicano

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El restaurante Il Gabbiano, ícono de la buena mesa en Bariloche, es reconocido por su comida italiana, sus platos con productos regionales y sus periódicas cenas temáticas. La cocina está a cargo de la chef propietaria Noemí Barchetta y el salón supervisado por su socio y esposo, Guillermo Kempin. Il Gabbiano está situado sobre la ruta al Llao Llao, a la altura del kilómetro 24.

El sábado 14 de marzo el lugar preparó una estupenda cena mexicana con la colaboración de dos cocineras oriundas de México. Nayeli Rascón González y Guadalupe Meraz Trejo, licenciadas en gastronomía venidas de la ciudad de Chihuahua, elaboraron un menú con productos representativos de su país, para lo cual hasta consiguieron insumos típicos. “Por ejemplo, la harina que usamos para los burritos, el achiote y los chiles, llegaron del norte”, explicó Guillermo.

La entrada al restaurante fue decorada con los colores mexicanos y los comensales fueron recibidos con una margarita y luego un shot caliente de crema y porotos negros.

El primer plato impactó. No solo por su presentación, que fue muy bien lograda, sino también por su sabor, con las vieiras en su punto justo y muy bien condimentadas.

Durante la cena hubo sobre la mesa un platito con salsa de chiles, a gusto de los invitados que se animaron a comer más picante, como en México. Se dispuso de cerveza Corona, muy habitual para acompañar las comidas en el país norteño, pero también había vino, en este caso la sugerencia fue maridar la cena con el torrontés de la bodega Alfredo Roca.

Luego llegó un pincho de camarón y piña con achiote. Guillermo explicó que achiote proviene de las semillas de la planta, que se usan como condimento y colorante. “Es un ingrediente muy importante en la cocina del sureste de México”, afirmó. Tradicionalmente el fruto se deja madurar y secar en el árbol hasta que adquiere un tono café y textura leñosa. Se puede guardar por un largo tiempo sin necesidad de sacar las semillas, y éstas se maceran para obtener el pigmento color naranja intenso casi rojo, con el que se hacen pastas de achiote para cocinar.

También se pudo degustar papa con tomate y choclo con salsa de chiles, unos típicos burritos y tomatitos rellenos con pollo orgánico de la zona de Comallo, en la Línea Sur rionegrina.

Entre los comensales saludamos a nuestro amigo y editor de la revista Aire, Fernándo Pérez, al contador público Javier “Chino” Morrón y a varios amigos en una mesa por demás divertida. También asistió la gente de la casa de té Belevius y la intendenta de la ciudad, María Eugenia Martini, junto a su marido. Ambos compartieron una cena romántica en uno de los salones del lugar.

El plato principal fue un salmón rosado proveniente del Océano Pacífico, preparado en costra de tres chiles, ancho, mulato y guajillo, con arroz verde. Un verdadero manjar. El pescado fue servido en su punto justo y con un sabor para recordar.

Los chiles son indispensables en la cocina mexicana. Desde la época prehispánica se cultivaban y consumían y actualmente forman parte de numerosas recetas. El chile es un fruto de sabor picante y acre de la familia de las solanáceas. Crecen en México, centro y Sudamérica, y existen cientos de tipos de muchos tamaños, colores y formas. Hay frescos y secos.

Las tres variedades de Il Gabbiano son secas. El chile ancho es el que más se utiliza por todo México. El chile poblano, no tan picante, se torna rojo oscuro luego de madurado y secado. La planta de chile mulato es esencialmente la misma que la del poblano, con unos genes ligeramente diferentes afectando el color y su sabor. El guajillo es otro de los chiles secos que más se usan en la cocina mexicana.

El postre también llevó una impronta mexicana. Fue servida una cocada con bavarois de tequila, la bebida emblemática de México.

Guillermo presentó al término de la cena a las dos cocineras mexicanas, que fueron felicitadas por los comensales del salón. Trabajaron bajo la dirección de Noemí, quien en la actualidad tiene la cocina “copada” por mujeres.

 

 

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