Kunsmann, marca registrada en Valdivia

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La historia de la cerveza Kunstmann, que en la primavera del 2013 abrirá su primera sucursal Argentina, en Bariloche, es similar a la de numerosos emprendimientos cerveceros desarrollados por emprendedores, amantes del burbujeante producto. El inicio de  una de las marcas súper Premium más reconocidas de Chile, comenzó a principios de la década del 90, cuando el ingeniero Armin Kunstmann comenzó a elaborar cerveza para su familia y amigos.

Su primera cerveza fue de tipo Lager y gustó mucho, por lo cual Armin montó una microcervecería en el garaje de su casa y la comenzó a comercializar como “Cervecería Valdivia Limitada”. La elaboraba, envasaba y vendía a hoteles, restaurantes y amigos. Su profesión, ingeniero químico, facilitó el acceso a la información necesaria y en particular influyó el libro de Charlie Papazín, “The complete joy of home brewing”, donde se detalla como elaborar cervezas. Resolvió respetar a rajatabla el edicto de pureza alemán instaurado en 1956, que establece que la cerveza debe elaborarse estrictamente con agua, cebada maltead, lúpulo y levaduras.

Con el correr de los años la cerveza comenzó a venderse muy bien, tanto en Valdivia como otras ciudades chilenas. Había que tomar una decisión: dar el salto y crecer para ofrecer una respuesta acorde a la demanda. En 1997, merced a aportes de capital (familiares y créditos bancarios) se construyó en Valdivia, en la zona de Toro Bayo, una cervecería, que además permita vivenciar el proceso de elaboración, y un restaurante, para degustar el producto con buena comida. “Con la misma pasión que en el garage, pero con infraestructura moderna y la dedicación de maestros cerveceros, pudimos garantizar que la calidad fuera uniforme para todos los productos”, explicó Armin.

A los efectos de mejorar su comercialización y llegar a nuevos mercados y consumidores en 2002 Kunstmann se asoció con CCU, logrando nuevos mercados en Chile y Argentina. También comenzó a exportarse a Brasil, Colombia, Australia y México, entre otros países.

En los años 2007 y 2008 la cervecería incorporó equipamiento de última tecnología que le permitió incrementar la capacidad de producción, llegando a envasar 6.5 millones de litros en el 2010. Para el 2013 se prevé envasar 8 millones de litros y facturar 10 millones de dólares.

Cuando uno ingresa a la cervecería constata rápidamente que todo está organizado para que el visitante la pase bien, compre y consuma. El restaurante tiene cuatro salas y una legión de camareras. La bebida excluyente es la cerveza de la casa, que se ofrece en tres tamaños de vasos, en jarra y en columna. Esta última, viene con pico vertedor y cada uno va llenando el chop a su gusto. La pinta cuesta entre 23 y 27 pesos y el litro desde 43 a 48. También hay jugo de frambuesa y alguna gaseosa en lata, pero no se vende vino ni otras bebidas.

Si hay variedad de comidas, con impronta alemana: abundan las salchichas, carne de cerdo, ciervo marinado en cerveza, longaniza, salmón y pollo. Se sirven acompañados por spätzles, chucrut, puré de manzanas o papas, repollo morado y papas salteadas. También hay sándwiches, ensaladas y menú infantil.

En materia de recomendados sugerimos pedir una picada Kunstmann, que viene en una casuela e incluye salteado de embutidos con receta alemana, lomo Kassler, carne de res y ave, costilla de cerdo ahumado, ciruelas con panceta y papas fritas. Marida muy bien con las cervezas Torobayo y Bock. Entre los platos principales se luce el lomo Kassler (dos medallones de cerdo ahumados, acompañados de repollo morado, puré de papas y manzanas) $ 73, el ciervo a la cazadora (dados de ciervo marinados en cerveza Torobayo y Lager, cocinados en salsa a la crema y acompañados por spätzle al perejil) $ 76 y la “Langue Wurst” (medio metro de longanicilla criolla a la plancha, acompañada por puré casero picante y repollo morado) $ 69.

El restaurante abre diariamente, a partir de las 12, hasta medianoche. Allí se puede contratar el tour por la cervecería ($ 69 para los adultos) que dura unos 45 minutos y recorre el museo de la cerveza y las instalaciones fabriles, con una detallada explicación de cómo se produce la bebida. A su término, todos obtienen un vaso de espumante cerveza, servida desde los tanques de acero.

También hay una tienda de souvenirs (que vende desde remeras, gorras, vasos y jarros de todo tipo, hasta todas las cervezas de la línea). Armin dijo que el 40 por ciento de los ingresos totales de la empresa proviene de este segmento. También hay un “Tour Fluvial Kunstmann”, que navega el río Valdivia hasta el centro de la ciudad, en pequeños catamaranes, que funcionan con energía solar ($ 89.-)

Lutz Herdtle, el maestro cervecero de Kunstmann, llegó a la empresa en 2008, proveniente de Alemania. Pondera las aguas “blandas y cristalinas” que hay en Valdivia y se obtienen de una perforación subterránea y detalla que el 40 por ciento de la producción va a barriles (de 5, 30 y 50 litros) y el resto a botellas (50) y latas (10). La máquina envasadora logra llenar 5.400 botellitas (330 cm3) en una hora.

Elaboran cerveza con cuatro tipos de cebada malteada, lúpulos y levaduras importadas. Se pueden probar 10 variedades, rubias, coloradas y negras, con o sin filtrar, de trigo, con miel y arándanos. Lutz confirmó que la cerveza con miel se vende muy bien en supermercados y la que incluye arándanos, también tuvo buena aceptación entre el público.

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