Lowther, sus comienzos y buenas beer

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Si bien no suena muy “marketinero”, Ricardo “El Gringo” Lowther  comenzó a fabricar su cerveza bajo las cenizas del volcán Puyehue. “El 4 de junio (día de la erupción) me instalaron la fábrica y la primera cerveza salió para el día 20”, recuerda. Desde allí, no paró más… Trabajó hasta 20 horas diarias, para poner en marcha un emprendimiento unipersonal que hoy tiene varios colaboradores y hasta un pub propio. Con mucho trabajo, así creció cervecería Lowther.

A cuatro años de aquel inicio el panorama para Ricardo, “El Gringo”, como todos lo conocen en la ciudad, cambió bastante y ya fabrica una decena de variedades de cerveza que se ofrecen en comercios de Bariloche y también en Neuquén y El Bolsón. “Ya tengo la habilitación nacional, así que puedo distribuir los tanques fuera de la ciudad”, explicó feliz durante la entrevista con Visión Gourmet.

El Gringo comenzó a elaborar cerveza en Bariloche cuando trabajaba en La Barraca, sobre la avenida de ingreso a la ciudad. Allí montó su planta en el terreno de su casa. Pero, su apego por las espumantes viene de larga data. “Yo viví un tiempo en Estados Unidos y allí conocí cervecerías artesanales que elaboraban bebidas mucho más ricas que las que se vendían en los supermercados, recordó. Aprendió a tomar cerveza y a reconocer variedades, estilos y sabores.

De regreso a Argentina comenzó a hacerla en forma casera, a prueba y error, hasta que conoció a Lionel Cavagliota, un maestro cervecero de Buenos Aires, quien pasó a ser su profesor. “Tengo que reconocer que el me enseño como se hace cerveza”, afirmó.

Hacía cerveza casera en la pieza de su hijo Gastón, mientras éste estudiaba en la Capital Federal. Luego se mudó a Bariloche y armó su planta ya con formato profesional. A fines del 2012 “el nene” regresó al Nahuel Huapi y se hizo cargo de la producción. El padre, muy orgulloso, confiesa que logro mantener y hasta mejorar su elaboración. En el verano del 2014 logró cocinar 14.000 litros en el mes récord.

En julio del 2014 abrieron la cervecería en Mitre 1.160, al lado de la Fonda del Tío, y desde entonces los roles se invirtieron. Gastón atiende el pub y Ricardo se encarga de la elaboración. “Amplié el galpón a 120 metros cuadrados cubiertos, ya que espero tener producción para comprar grandes tanques y llenarlos de cerveza”, afirma optimista.

La planta se ubica en el barrio La Colina, en un pequeño galpón especialmente acondicionado. Comenzó con una olla de cocción de 250 litros y una producción de dos mil litros por mes.

Su cerveza gustó mucho y a los tres años ya cocinaba en ollas de 500 litros y tenía 5.000 litros diarios fermentando. La imposibilidad económica de comprar grandes tanques hizo que algunas partidas también fermenten en los barriles de 50 litros, que luego tenían que ser trasvasados. Lo increíble es que la mayoría de la producción la hacía solo, moviendo esos tanques de más de 60 kilos. Pese a tener buen físico, su espalda registró el esfuerzo…

También trabajó en la ampliación del galpón contiguo a su casa y en la construcción de la cervecería, una obra muy costosa, que implicó reconstruir una vieja casa en la zona central de Bariloche.

Su jornada arranca a las 8 en la planta y termina a las 16. A las 18 sale a repartir cerveza y a las 21 realiza una parada en su cervecería, que atiende Gastón. “Trato de no engancharme y me voy a dormir, pero al menos una pinta me tomo”, explicó feliz.

¿Cuál cerveza te gusta más hacer y tomar?

“No hago muchas distinciones. Todas las cervezas ricas merecen ser probadas. Análogamente, un cervecero tiene que tener variantes y saber cocinar varios tipos. Las cervezas negras, como la Cream Stout, llevan más elaboración y variedad de productos, son más complicadas de hacer, pero también muy ricas para tomar”.

Actualmente elabora una decena de estilos, cuatro de los cuales (Ambar, Brown Ale, English Pale Ale y Porter) se distribuyen en numerosas cervecerías, pubs y restaurantes. El resto, más exclusivas, solo se pueden probar en su pub de la calle Mitre.

La Ambar, es una rubia nítida, de sabor suave y dulce, con aromas a malta, caramelo y granos tostados. La Brown Ale, de estilo irlandés, tiene un color rojo oscuro, con cuerpo, aroma intenso a lúpulo y malta con sabor equilibrado. Frutada y seca.

English Pale Ale tiene un amargor medio, con el aroma típico que aportan los lúpulos ingleses con un color que va del dorado al cobrizo suave. Finaliza con un ligero gusto a grano tostado, que proporciona la característica sequedad a la terminación.

La Porter de Lowther es oscura, con sabor profundamente tostado, aromas a café y lúpulo. Tiene un amargor medio, con el aroma típico que aportan los lúpulos ingleses, un color que va del dorado al cobrizo suave. Finaliza con un ligero gusto a grano tostado, que proporciona la característica sequedad a la terminación.

La IPA, Cream Stout, Irish Cream Ale, Milk Stout, Honey Beer y de frambuesa solo se pueden probar en su pub.

Estas cervezas son normalmente estacionarias. Milk Stout es una cerveza negra suave, cremosa y con cuerpo; levemente dulce, con aromas a castañas, chocolate y avena. Su alcohol llega al 6 %. “Nosotros le añadimos azúcares lácteos (lactosa) la que se transforma en una copiosa espuma densa a la vista. Tiene fama de ser reparadora y nutritiva, pues se le añade avena en el proceso de maceración”, explicó el Gringo.

La Irish Cream Ale también tiene 6% de alcohol, es roja con variedad de maltas caramelo, agregado de avena y lactosa, que le dan la característica crema. También se puede probar la de frambuesa, Pale Ale, con agregado de fruta y la Half&Half que mezcla el amargor de una Porter suavizada con la Pale Ale, en partes iguales.

El Gringo reconoce que elabora un 50 por ciento de cervezas rubias y el resto entre las otras seis variedades. “La gente toma más cerveza rubia pues en general es de menor graduación alcohólica”, evaluó.

Consultado sobre cómo ve el boom cervecero de Bariloche respondió que es “muy alentador”. “La multiplicidad de oferta obliga a ser competitivo, a ser eficiente y tener un muy buen producto para vender”, resumió.

También evaluó que “las buenas cervezas y cervecerías tienen muchos puntos en común y hay que buscar los detalles, las diferencias para lograr superarse y ser mejor”. En su opinión que Kunstmann y Quilmes (con la marca Patagonia) se hayan instalado en Bariloche “es un honor y un desafío, pues nos permite competir con los más grandes”, dijo.

¿Llegan las botellas Lowther?

“Puede ser, pero no por ahora. Para embotellar hay que pasteurizar, hay que tener una embotelladora, es otro proceso, otra logística de distribución. Por ahora estamos bien con los tanques, pero en un futuro, seguro que aparecerán los porrones”.

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