Pescados, mariscos y una vista imponente

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A bordo del restaurante del Club Náutico de Bariloche el viaje culinario cobra vida con viento a favor, bajo la dirección del chef Richard Oyarzún, quien ofrece una propuesta exitosa, a tono con el entorno sobre el embarcadero ubicado en el kilómetro 3.500 de la ruta al Llao Llao.

Creativo e impulsivo son dos cualidades que apenas describen el carisma culinario que imprime en sus platos, haciendo honor a los productos acuáticos, los verdes de estación y los frutos frescos regionales que desfilan toda su belleza y simplicidad en deliciosas preparaciones.

Al estilo de una cantina vasca, sus instalaciones son amplias, con enormes ventanales y un deck que condimenta cada momento con su inigualable vista panorámica.  Diariamente los productos frescos que se consiguen en las pescaderías locales son seleccionados para el posterior diseño de una carta variada y bien colorida que alista en la pizarra platos de autor.

Oyazún es un referente en el persistente intento por crear una Cocina Patagónica, que demuestre que el Sur argentino no solo tiene productos de excelencia, sino también formas propias para su elaboración. Utiliza productos de mar y agua dulce, hongos, verduras, hojas y aromáticas de huerta traídas de El Bolsón y frutas finas que consigue para sus ponderados postres recorriendo la zona de El Hoyo y los valles de Epuyén.

La hora feliz comienza con el almuerzo. El cocinero ancla sus ideas en la cocina y junto a su equipo de trabajo comienzan la jornada laboral bien temprano. La mercadería que llega al restaurante contiene ingredientes de los más variados, lo cual siempre hace que la carta resulte desafiante para el capitán y sus ayudantes. Llegan tubos de calamar para rabas, mejillones, cornalitos, gambas o langostinos, que se preparan por separado o en una exquisita cazuela de mariscos, una de las recetas más solicitadas.

Durante la tarde noche, de 19 a 21, el happy hour reúne a decenas de amigos que regresan de las playas en busca de un buen refresco. Para ellos: el campari, el gin tonic, daiquiris de frutas o las cervezas artesanales de La Cruz, rubias y morenas, todo 2 X 1 para acompañar tapas o picadas y no perderse el fotográfico atardecer.

Para la cena la carta suma especialidades según lo defina el chef. Su don en la cocina se extiende también a sus postres y en breve será presentada la Gran Enciclopedia de los Postres, publicada por la editorial de Bariloche Nuevo Mundo, de la que Richard fue su chef de cabecera a la hora de reproducir sus más de 400 recetas. Imperdibles el biscuit de chocolate y crema, acompañado con frutos de verano (cerezas, frutillas, arándanos) y el strudel de manzana con salsa de naranja, frutillas y flores que se sirven el restaurante.

Otros atardeceres

No podemos dejar de mencionar otras opciones que se suman al caluroso y distendido abanico de propuestas veraniegas, con mesas al aire libre y excelente gastronomía.

En Holly la ambientación al estilo de los años ´20 reúne a un público encantado por su fusión de restó bar sobre el lago. Se pueden solicitar pizzas con cerveza tirada, pastas, ensaladas con mariscos, lomitos rellenos de jamón y muzzarella, wok de ave, merluza con crema de queso azul o salmón fresco grillado. La carta también invita cafés, tragos y aperitivos para disfrutar con amigos sobre la costanera de Bariloche.

Charming es otro de nuestros recomendados. Ubicado estratégicamente en cercanías de Playa Bonita, las vistas que se aprecian desde sus instalaciones son magníficas. Pensado para románticos, la luna sobre el Nahuel Huapi refleja indudablemente la calidad de sus servicios, con decks al aire libre para almorzar o cenar una carta de especialidades pensadas al detalle.

En su mayoría los menúes se lucen renovados frente al verano, con platos sabrosos y livianos y bebidas refrescantes que acompañan cada momento del día. No olvidemos los coloridos atardeceres y la refrescante brisa nocturna que nos regala la estación, ideales para disfrutar en compañía de las cervezas artesanales elaboradas en la ciudad.

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