“A la manera del chef”, una velada en Batistín

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Con una impronta sencilla y prolija, Batistín se destaca en la gastronomía como uno de los restaurantes de hotel más destacados de la ciudad. Su chef Max Galván sorprende con sus recetas, que combinan los sabores de la Patagonia con otros que destacan su vasta experiencia: exquisitos, pictóricos y abundantes, “a la manera del chef”.

En un acogedor salón de Villa Huinid sobresale el logo de Batistín, con un amplio deck también para disfrutar de día, frente al jardín del hotel y con vista al lago Nahuel Huapi.

Una vez más, la velada será perfecta. Primer paso, una copa de malbec mendocino de la bodega Nieto Senetiner, un vino añejado en Roble Francés, mientras elegimos algunos platos de la carta.

La ensalada Cesar es un buen comienzo para mí, mucho verde, buena cantidad de trucha, mostaza de Dijon, alcaparras y debajo, cubitos de pan semitostado. A gusto, para él, la causa limeña, un plato peruano que se amolda a innumerables presentaciones, en este caso “a la manera del chef”.

Previo a los platos de entrada, Max nos recibe con una combinación de mariscos con frutas, langostinos con damascos y una salsa exquisita a base de manteca, damasco, naranja, curry y algo más…

Lejos de la cordillera, el auge de los restaurantes de hotel y los platos de autor invaden los titulares de revistas especializadas que coleccionan recetas gourmet para el mundo sibarita. Lo cierto es que muchas de esas recetas solo se elaboran para un público muy selecto, turistas y aquel que acarrea cámaras fotográficas y un cartucho completo de tinta para transcribir el “paso a paso” del cocinero.

En el restaurante del hotel Villa Huinid, la experiencia se presenta al público en general, con una relación precio-calidad  muy buena. Para todos, misma copa de bienvenida y exquisiteces, a la carta, “a la manera del chef”.

Entre los platos de la carta las pastas tienen una importante sección, caseras, papardelle, ravioles de verdura, conchiglioni rigate, sorrentinos de cordero. Para mí, el principal será esta vez el raviolón de trucha. Para él, a libre elección, el navarín de cordero, una de las especialidades de Max, al igual que el confit de cordero, ciervo de la victoria (un lomito de ciervo con galette de papas y hongos con salsa de frutos rojos). Ambas elecciones estuvieron exquisitas.

Otra copa de vino por favor. La atención es para destacar, hace del ambiente un lugar placentero, donde los comensales disfrutan alejados de la presión de los mozos por el recambio de mesas.

La cocina es impecable. Ahí está Max. Su creatividad sobresale detrás de un cocinero de bajo perfil y cuando se le pregunta por su trabajo, contagia su amor por la cocina sincera. Sus platos son delicados y equilibrados en cuanto a ingredientes, mucho sabor y colores.

Otra vez en la mesa, disfrutamos de una última copa, un malbec que acompañó muy bien. Todavía nos falta el postre. Nada mejor que algo dulce para completar el menú. Será para compartir… crepe suzette, perfume de cointreau (licor francés elaborado en base a cáscaras de naranjas) y helado de vainilla.

Abierto al público en general, en Batistín la velada es única: ¡“a la manera del chef”!.

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