Huacho propone bifes de 500 gramos

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Huacho es un pequeño restaurante que supo ganarse un lugar de privilegio en la buena mesa local. También escaló posiciones entre los visitantes y figura en segundo puesto entre los restaurantes recomendados por TripAdvisor en Bariloche.

Su principal secreto reside en hacer las cosas bien. Ofrece buena gastronomía y es atendido por sus propios dueños. Las estrellas son sus bifes, que se sirven en porciones de 500 gramos. También son muy ponderados los platos de pizarra, que varían diariamente y se elaboran con productos de estación y mercado. Así, se puede degustar un pincho de lengua ahumada, riñoncitos de cerdo o chorizo de cordero ahumado, entre muchos otros.

Platos ricos y abundantes.

La carta incluye ojo de bife, cordero, bife de chorizo y lomo, acompañados por verduras grilladas o ensaladas. También trucha a la parrilla y pastas caseras. Hay jugos, aguas saborizadas, cerveza en botella y vinos de la bodega mendocina Catena Zapata, en todas sus variedades.

Hay cuatro postres, donde se destaca el mousse de chocolate blanco con frutos rojos y el panqueque. También sirven café.

Mauro y Juan, frente a la vinoteca de Huacho.

Los creadores de Huacho son Mauro Veroiza y Juan Grinbank y el local abrió sus puertas en diciembre del 2016. Ambos son gastronómicos. Juan trabajó en los hoteles Llao Llao y Chaming, en hosterías y también en el restaurante La Marmitte. Por su parte Mauro tiene probada experiencia parrillera y se desempeñó en los restaurantes Tarquino y Alto el Fuego, entre otros. Son amigos haca varios años comparten actividades como ser picados de fútbol y reuniones de familias.

Huacho se emplaza al inicio de la calle Juramento, que conduce al barrio cervecero, a pocos metros de San Martín y antes de subir a Salta. Al lado del hotel Edelweiss, para ser más exactos. Es un lugar estratégico e ideal para este tipo de restaurante. Previamente había allí una confitería.

“Cuando vimos que estaba en alquiler no dudamos, acordamos la locación y nos pusimos a trabajar para armarlo”, reconoció Juan. Con Mauro se encargaron no solo del diseño, todos los trabajos los hicieron con sus propias manos. En la cocina se destaca la parrilla que tiene anexa una pequeña salamandra con horno, donde se ahúman las carnes que permiten preparar exquisitos platos. Estos no figuran en la carta y si en la pizarra, como menú diario.

Abren de noche, a partir de las 20 y en temporada alta, también los mediodías. Aceptan reservas, en dos turnos, a las 20 y 22 horas. El lugar dispone de una veintena de cubiertos.

“Trabajamos con muchos turistas pero también con residentes que además de probar los cortes incluidos en la carta se prenden con las propuestas del día”, asegura Mauro.

Las provoletas son ricas y vistosas.

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