Vinos de estepa

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Año tras año las bodegas más australes del mundo desafían los vaivenes climáticos logrando traspasar viejas barreras. Conoce los emprendimientos chubutenses que reciben al frío patagónico como un aliado en su producción.

El estilo de un vino ligado al frío repasa en cada sorbo toda una experiencia de superación. Si en las zonas más cálidas del país los vinos huelen y saben intensamente a frutos rojos maduros y tropicales, en la provincia de Chubut sus características son distintas. Aunque no lo crea desarrollan envidiable acidez y pueden llegar a presentar de tres a cuatro veces más descriptores aromáticos que otras zonas vitícolas del país.

El potencial de las vides plantadas en estas latitudes, por debajo del Paralelo 42, es extraordinario, reconocen el clima, lo enfrentan y se dan el tiempo necesario para que sus frutos se desarrollen y maduren óptimamente con los últimos soles otoñales.

Los meses de abril y mayo son sinónimo de vendimia en las pequeñas bodegas ubicadas en El Hoyo y Paso del Sapo, cuyas plantaciones ya han superado la década de existencia. Aquí crecen formidablemente dos elegantísimas damas: la tinta Pinot Noir, intensa y de especial carácter, cuyo lenguaje seduce a través de su marcada acidez y la afamada Chardonnay, originaria de la Borgoña, presente en las áreas vitivinícolas más importantes del mundo. Esta variedad ofrece un vino untuoso y seco, con un decidido aroma frutal, apta para estacionar en barricas de roble francés. Una cepa aristocrática y muy versátil ya que con ella se logran muy buenos varietales, blend y espumantes.

Aunque las variedades se adapten muy bien al clima frío, el recaudo principal que toman los viñateros es poseer un correcto sistema anti-heladas. Este fenómeno es el más amenazante, ya que puede destruir por completo las vides.

“El Hoyo reúne algunas condiciones particulares para estos cultivos, lo que hace que sus productos fuesen diferentes al resto del país. En estas regiones se producen las mejores variedades de frutos rojos y también lúpulo, dos productos que son muy sensibles al frío pero que se han desarrollado perfectamente. El clima es suave, las temperaturas bajas y el varietal, entre floración y maduración, demora más tiempo. Como necesita más tiempo, desarrolla mejor sus características”, explicó el ingeniero agrónomo Darío González Maldonado, especializado también en enología, quien asesora a todas las pequeñas bodegas y nuevos emprendimientos chubutenses.

“Las uvas maduran sin ningún tipo de problemas y la sanidad de las plantas es espectacular. Gracias al clima no necesitan tratamientos químicos” agregó el experto, cuyo asesoramiento ha constituido un exitoso impulso para los australes viñateros.

Así la vitivinicultura se expande en la Patagonia, habiendo en Chubut y en el sur de Río Negro más de 50 hectáreas plantadas y 30 productores.

La época de cosecha y vinificación es una gran fiesta para los pobladores quienes, junto con turistas, son invitados abiertamente a realizar los procesos artesanales de recolección, selección, molienda y prensado de las uvas.

 

 Tintos y blancos australes

Despalillar y seleccionar las uvas que irán al proceso de molienda requiere gran trabajo, no obstante durante la vendimia todos los participantes se distribuyen las tareas con formidable predisposición. Todo el proceso es manual y es aquí donde radica la diferencia. El cuidado de la materia prima y el arduo trabajo de los chacareros da como resultado un producto diferente.

En Paso del Sapo los viñedos crecen en la estepa. Los Robles es una de las pequeñas fincas, encabezada por Jorge Varise y Juan Giacomino cuyos vinos han denominado Rincón de los Leones. En poco tiempo estará a la venta el último Chardonnay de la cosecha 2014, con ocho meses de paso por barricas de roble francés. Este ejemplar se espera ideal para acompañar frutos de mar y variedad de preparaciones con carnes blancas y salsas cremosas.

La Pinot Noir es otra de las cepas ponderadas y se avanza en nuevas parcelas de Merlot y Cabernet Franc que se desarrollan rodeadas de olivares de la variedad Arbequina.

Julio Fineoni es otro de los productores de la zona. En sus  tierras pueden admirarse parrales de hasta 30 años de edad, lo cual afirma el potencial de esas tierras. Asimismo, en su finca crece aquella variedad blanca denominada Alphonse Lavallée, una uva de mesa que por estos lares podría potenciar sus cualidades presentándose como una variedad fina, tal como le ha sucedido a la Moscatel de Alejandría. Además ya se está experimentando con las Nebbiolo y Ancellotta.

En el noroeste chubutense, Patagonian Wine by Weinert es la bodega insignia. La misma se ubica en la localidad de El Hoyo y si la comparamos con respecto a otras bodegas del mundo podemos afirmar que se establece en la misma latitud que emprendimientos de Australia y Nueva Zelanda. Sus vides fueron plantadas en 1999 y sus variedades más representativas son las Merlot, Pinot Noir, Chardonnay, Riesling y Gewurztraminer. Estas mismas se plantan también en Mendoza, no obstante la finalidad de producirlas tan al sur es maximizar la concentración de calidad.

Los vinos de Patagonian Wines son aromáticos, ligeros, de buena acidez. El tinto es Piedra Parada, elaborado en base a cortes de uvas Merlot y Pinot Noir, cuyo maridaje muy bien puede establecerse con carnes de caza, aves y platos simples en base a carnes rojas; el blanco, Faldeo de Epuyén, se obtiene a partir de uvas Chardonnay y Riesling, fácil de combinar con numerosas comidas, incluso platos picantes. Entre sus novedades encontramos el espumante “Más allá”, elaborado con el método tradicional, que implica ir girando la botella a medida que madura su contenido.

Asimismo en esta zona hay otra docena de viñas privadas, cuyos propietarios también preparan sus vinos. Además de las bodegas mencionadas, González Maldonado participa en nuevos emprendimientos ubicados en Trevelin, Esquel, Piedra Parada,  Gualjaina, Epuyén, Lago Puelo y El Bolsón. “Todo el esfuerzo que están haciendo los productores es a pulmón, con sus propios recursos. Aquí no hay políticas como en Mendoza, donde se asiste al viticultor con distintos programas y créditos. Sin embargo, de a poco se va haciendo notar la industria vitivinícola de Chubut”, finalizó González Maldonado.

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