Breogan, la taberna más visitada de Bariloche

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Cuando vemos gente esperando frente a un restaurante no tenemos dudas que su propuesta es muy buena. Esto no es frecuente y junto al Nahuel Huapi ocurre en muy pocos lugares… uno de ellos es Breogán, la taberna gallego celta de la avenida San Martín, un clásico de la buena mesa barilochense.

El pulpo a la gallega, un clásico en la picada de mariscos de Breogan.

Breogan es sinónimo de Serafín Santos, reconocido periodista local, apasionado por la gastronomía. El restaurante ya superó los 20 años en el mismo lugar y es muy recomendado por los barilochenses… la mejor carta de presentación. Se especializa en carnes, pescados y mariscos. Se pueden probar bifes de chorizo o lomo con variadas guarniciones y salsas, salmón rosado del Pacífico, truchas de criaderos locales, carne de ciervo y algunos platos típicos de España, el país natal de Serafín.

Los mejillones, con impronta gallega.

Es un lugar ideal para ir a disfrutar de una picada de mariscos. Incluye un plato de rabas, otro de cornalitos, mejillones a la provenzal, gambas al ajillo, jibia (pulpo) a la gallega, empanaditas de mariscos, rebozados de merluza y pan francés. Para compartir como entrada entre cuatro o como cena entre dos. Se puede acompañar con un buen vino blanco, como puede ser el Sauvignón Blanc Reserva Fond de Cave de la bodega mendocina Trapiche.

Las rabas de Breogan siempre fueron exquisitas.

Los domingos en Breogán se prepara paella. Ideal para compartirla en familia o con amigos. También son recomendables las  las empanadas gallegas (con atún, morrones, cebolla, pimentón español y comino) una delicia.

Vanina, excelente moza del lugar, con la Copa Breogan.

Los platos se pueden acompañar por variedad de cervezas y buenos vinos. Entre los postres se destaca la Copa Breogan, con helado americano, crema, dulce de leche, nueces, frutas rojas, brownie y Charlotte.

Mónica Jaramillo, dos décadas al frente de la cocina de Breogán.

El restaurante luce con personal renovado. Pero mantiene la buena atención y la gran cocina, bajo la dirección de Mónica Jaramillo, una gran chef. No es habitual verlo a Serafín y tampoco a su hijo Santiago, pero Tamara, la encargada del lugar, dirige en forma magnifica al nuevo equipo. Pero la calidad es la de siempre. Y la gente espera haciendo cola si es necesario para cenar.

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