Recibimos año nuevo en el refugio López

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En Bariloche mucha gente concurre a recibir el año nuevo en la montaña, para lo cual hay disponible seis refugios con servicios y también centenares de otros cerros, donde solo hay naturaleza, quietud y silencios. Cada uno elige donde estar y en algunos refugios hay fiestas que duran hasta el amanecer.

El refugio López tiene una panorámica vista hacia la zona del Llao Llao y los lagos Moreno y Nahuel Huapi. A 1.600 metros de altitud es uno de los de más fácil acceso; hasta se puede subir buena parte del camino en las camionetas 4×4 del emprendimiento privado.

Visión Gourmet eligió subir al López caminando, por el sendero que sube desde la confluencia del camino del Circuito Chico y el arroyó López que baja de la montaña. Junto al kiosco comienza la picada. Se llega en unas dos horas y media o tres y en todo el trayecto hay una vista fantástica hacia la naturaleza.

Para nuestra alegría (no tanto de los refugieros) no había mucha gente y ello permitió una velada casi en familia. Para comer, un menú que sería la envidia de los mejores hoteles de Bariloche. Claro, a las refugieras le dio una manito el cocinero y Chef Richard Oyarzún, de gran prestigio en la Patagonia, lo que obviamente llenó la mesa de manjares.

El refugio también tiene cerveza artesanal, lo cual permitió bajar el polvo del camino, después de arribar al refugio, construido en tres plantas.

El menú de fin de año incluyó un bufet frio y caliente, en la modalidad autoservicio, con los platos en el centro de la amplia mesa formada entre todas las que tiene el salón comedor. Al anochecer, por las ventanas, se pudo ver la puesta del sol y la sombra del monte Tronador reflejada sobre el Cuyín Manzano. Un espectáculo único.

No obstante igual de impactante lució el espectáculo gastronómico que prepararon Richard, junto a Natali Silveira y Julia Sánchez, las refugieras del López.

Para comer había paté de salmón rosado y un escabeche de ciervo, ambos deliciosos. También se pudo probar una crema de berenjenas asadas, guacamole, humus de garbanzos y varios tipos de ensaladas. No faltó el matambre de ternera y un delicioso pernil de cerdo glaseado con salsa de mostaza y rosa mosqueta. Como es habitual en los eventos que organiza Richard, toda la panificación fue artesanal, preparada en el horno del refugio.

En materia de bebida es costumbre que para Navidad y Año Nuevo cada visitantes lleve la suya, y para los que no lo hicieron y para el resto del verano, el lugar tiene una pequeña selección de buenos tintos, supervisados por el guía de montaña y concesionario del lugar, Sergio Barbagallo. En otoños muy secos, puede faltar agua en el López… pero nunca un buen vino tinto.

A medianoche brindamos con champan. Por un 2016 exitoso, en paz y con trabajo para todos.

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