El vino, según la mirada de Jorge Priori

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Jorge Priori adhiere a las teorías que pregonan que en la actualidad saber de vinos es una necesidad. Es en alguna medida una imposición social al momento de compartir una reunión festiva o una cena de negocios ya que el vino es la bebida preferida en la mayoría de las celebraciones. “En las películas antes siempre se tomaba whisky; hoy en la mayoría se toma vino”, explicó.

Priori vende vinos desde principios de los años 90 y desde 1996 trabaja para Dulmes, importadora y mayorista a nivel nacional. Es, en alguna medida, un discípulo de Roberto Mondavi, el norteamericano que lucho para imponer el vino en los Estados Unidos. Jorge lo hace en la región Andino Patagónica, donde ofrece vinos de reconocidas bodegas. Asistió a cursos pero sobre todo aprendió tomando vinos y hoy es un referente en la cordillera.

“En el 2010 podremos tomar muy buenos vinos, seguramente los que no se puedan exportar a Europa”, sentenció, en referencia a las restricciones que tuvo la producción de Argentina en el hemisferio norte. No cree que bajen los precios pero confía que existan abundantes promociones en el 2×1 y 3×2, lo que al fin y al cabo, permite obtener más vino a un menor costo.

Dulmes comenzó a funcionar a principio de los años 90. La importación permitió conocer buenos vinos y a los bodegueros argentinos desarrollar la industria y tratar de imitar los productos importados. En Dulmes solo venden vinos de Mendoza. Antes tenían de Salta y de San Juan. La última bodega que incorporaron es Argento, una fusión de la bodega Esmeralda con capitales ingleses. Es el vino que más se exporta a Inglaterra.

Priori recuerda el primer vino sauvignon blanc que tomó. “Fue el Santa Digna, y me rompió todos los esquemas, por su característico olor a “pis de gato”, afirmó. Hoy hay muchos vinos argentinos de este tipo.

Recuerda que en la década del ‘90 se vendían vinos, champan y numerosas bebidas importadas ya que el tipo de cambio era muy favorable. En la empresa que trabajaba vendían productos chilenos y también vinos y champan francés.

Chile tiene dos mercados de vinos bien definidos: los de consumo interno y los de exportación. Estos últimos deben competir a nivel internacional y por ello Chile siempre elaboró vinos de primera calidad. Asimismo tiene una buena política de ventas. Argentina, por el contrario no fue tan hábil. Prueba de ello son los periódicos conflictos para vender en el hemisferio norte, ya que no se respetan las exigencias del comprador.

Relató una anécdota que pinta muy bien la época de los noventa. “Durante una reunión de negocios los bodegueros franceses reconocieron estar asombrados por la cantidad de champan Cristal que vendían en Argentina. Esto era así pues el gobierno de Carlos Menem consumía mucho champan de esta marca, que era el que más le gustaba. Descargábamos cajas y cajas en la casa de gobierno y en la casa de la moneda y cuando había un viaje presidencial, siempre el avión Tango tenía que tener reservas de esta burbujeante bebida”, explicó.

Según Priori la temporada invernal 2010 pinta bien, hay esperanzas de una buena temporada turística. “La del verano ya fue buena y marcó una recuperación a partir de diciembre, después de dos inviernos muy malos y un verano mediocre en el 2009”, explicó.

Dijo que en Bariloche no hay grandes compras de vinos, a nivel hoteles o restaurantes, para generar stock. Asimismo, muy pocos tienen bodega. “La mayoría compra sobre ventas concretas y a medida que se le acaban las botellas. Por ello hay stock mínimos y suele suceder que cuando una mesa pide varias botellas de algún vino especial, el mozo informa que no hay más”, explicó.

En Bariloche hay pocos lugares que compran para guardar y armar bodega. Si lo hacen Don Molina, Butterfly, Il Gabbiano, El Casco, Cassis y Rincón Patagónico, todos los cuales tiene cava y buena selección.

Hay cosechas que se valorizan con el tiempo. Por ello hay personas que invierten en vinos, un negocio que siempre fue sustentable si se compra bien y vinos que se valorizan con el tiempo. Como en todos los negocios, hay que asesorarse bien, pues hay vinos que a pesar de que pase el tiempo, no suben su valor.

En ocasiones Priori organiza degustaciones de sus productos en la vinoteca Freixa Vinos, atendida por Diego Freixa, otro experto de vinos en la cordillera.

Ambos reconocen que a las bodegas nuevas y pequeñas les cuesta colocar sus productos en el mercado.  Deben invertir en promociones. “Los vinos que no figuran en las revistas especializadas, en las grandes vinotecas, no existen en el mercado. Por más bueno que sea el vino, es muy difícil venderlo”, explicó Priori.

En Bariloche el turista compra malbec y las marcas que conoce. Al resto hay que venderlo. En general, el turista “de mundo” se sienta y ya sabe lo que va a tomar. El resto, que es la mayoría, cae en manos del mozo, quien influye sobre que plato vende y también que vino. Es el alma del restaurante. “Yo siempre digo que un mozo que sabe vender es importantísimo, es más importante saber vender que atender y dar servicio”, opinó.

A su criterio los mozos deberán tener comisión en los vinos que venden. Esto permitiría vender mejores vinos y a un mejor precio. No alcanza con tirar la carta sobre la mesa y esperar que el comensal decida por su cuenta. Cabe recordar que los vinos de alta gama tienen valores altos, que incrementan notablemente la facturación y toleran comisiones.

En Bariloche hay muy pocos sommelier. Eso es así por el volumen de los restaurantes locales, que en general es muy pequeño, no se justifica económicamente. El costo de un sommelier no se lograría amortizar con la venta de vinos. Por ello, es mejor capacitar a los mozos, para que puedan recomendar los vinos y darles una comisión. De lo contrario, tampoco se incentivará su venta.

No obstante, para poder vender vinos, hay que saber sobre ellos, y para ello hay que capacitarse. Pese a ser Bariloche una ciudad turística esto solo sucede en casos aislados y muchos vendedores y mozos conocen demasiado poco sobre los productos.

Entre los vendedores y distribuidores locales destacó el trabajo de Aníbal Muñoz y los vinos Alfredo Roca, que parece ser el vino de la ciudad. El producto tiene buena relación calidad precio y los mozos lo recomiendan. Es uno de los que más se vende. También se consume bien en Rosario, Neuquén y otras ciudades de la Patagonia.

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