«Las Morillas» presentó sus platos frente al Nahuel Haupi

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Durante más de tres años, el restaurante las Morillas funcionó dentro de las instalaciones de Estancia El Carmen, sobre la Ruta Nº 40, de la mano de sus concesionarios Belén Azpiri y su esposo, Julio Sabaria, quienes no se cansaron de la espectacular vista panorámica que presenta el complejo hacia lago Gutiérrez, pero optaron para este 2010 mudar el restaurante y presentar sus platos sobre la Av. Bustillo 7.069, frente al lago Nahuel Huapi.

Brochette de trucha, provoletas, escabeche de ciervo y trucha marinada son algunas de las entradas de la carta. El lugar se presenta muy acogedor, ambientado y decorado por sus propietarios, en tonos cálidos, con amplios ventanales y una capacidad para 40 comensales.

Belén se encarga de la cocina de Las Morillas. Sus conocimientos son amplios, al igual que su experiencia después de haber cursado la carrera de Arte Culinario en el IAG (Instituto Argentino de Gastronomía) y haber realizado varios talleres y cursos referidos a la materia.

Por su parte, Julio se encarga del salón. Sus conocimientos se inclinan a diferentes ámbitos de la hotelería, aunque en la cocina, su mujer es la que manda. Ambos se conocieron en un establecimiento local, en el año 2001, cuando él trabajaba de mozo y ella llegaba de Buenos Aires en busca de experiencia entre las ollas.

Desde enero del 2007 trabajan juntos por Las Morillas y actualmente apostaron a un nuevo local para dar a conocer su nombre y los sabores patagónicos que los caracteriza, sumado a destacadas técnicas francesas y mediterráneas.

Entre los platos principales, la carta incluye medallones de lomo con salsa de mostaza a la antigua y miel, trucha de los lagos con salsa cítrica, albóndigas de cordero, gulasch de cordero con spezli, variedad de pastas caseras  y minutas.

Una mención especial cabe para los postres, brownie, helado y frutos rojos o bien la marquisse de chocolate con salsa de naranja. Otras opciones son los frutos rojos con helado, flan casero o la clásica copa Don Pedro, con whisky, helado y almendras.

El nombre del restaurante resume las anécdotas de Julio cuando juntaba morillas en la zona de Esquel y Epuyén. Oriundo de esos pagos, juntar hongos junto a sus amigos le significaba una gran odisea después de las lluvias de primavera.

Los vinos que escogieron para acompañar los platos pertenecen a las diferentes líneas de las bodegas Nieto Senetiner y Etchart. Según Julio presentan excelente relación precio – calidad. Si los comensales escogen llevar un vino para descorchar en el lugar, el valor del descorche es de 29 pesos, equivalente a la línea más económica en carta.

La amplia barra del restaurante se dispone para cocktails y tragos, donde Julio prepara pisco sour, gancia batido, fernet cola, gin tonic, Tom Collins, cuba libre y daiquiris de frutos rojos.

Durante la temporada, el restaurante se encontrara abierto para meriendas, con variedad de tartas, tortas y otras exquisiteces. La pareja afirma que el local les está dando la posibilidad de reunir sus experiencias y volcarlas en una sola carta, de platos simples, que escapa a la exagerada mezcla de sabores y varía según sus expectativas y los productos buenos que ofrece el mercado local.

El restaurante propone una cocina joven, cuidadosa  y auténtica, con nuevas experiencias, fusionando los tradicionales sabores de la gastronomía clásica, la cocina francesa, mediterránea  y Andino-Patagónica.

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